A través del retrato, plasmando su dignidad, pretendo hacer una reflexión sobre la condición, la capacidad y la sensibilidad humana.
Fotografiar su propia figura, reafirma su existencia.
Es el rostro de cada uno de los retratados lo que cuenta una historia, un momento, una sensación. Cada persona inspira empatía, cariño… dignidad en sus ojos.
En definitiva retratando y reivindicando la dignidad de cada individuo.
Retratos en blanco y negro de personas con rostro y con vidas diversas. Todos y todas somos personas y podemos vernos arrastrados a una situación de calle, pero nunca podemos perder nuestra dignidad.
Nunca indigentes, sólo gente.
Este proyecto no hubiera sido posible sin la colaboración del personal técnico y voluntario de Cáritas Diocesana de Huesca, y en especial de las personas usuarias del Centro de día Fogaril y el Taller Restaura.
GRACIAS
IDOIADIEZ 